Alexey Titarenko

La mano se aferra a la barandilla, mientras el cuerpo que cuelga de ella, se diluye y transforma en una masa gris e indefinida. La mano se resiste a perder su identidad, a ser devorada por la colectividad homogénea y esclavopensante, pero sabe que está condenada a ser arrastrada y devorada por aquello que ya ha deglutido al resto de su cuerpo. Parece, como si sólo quisiera dejar constancia, una señal de aviso, y SOS atrapado en celuloide, no para escarmiento de las generaciones futuras, no, esas están condenadas a repetir sin cesar los errores que la humanidad repite sin cesar desde el principio de los tiempos. Pero sí como muestra de que hubo inteligencia, de que algo opuso resistencia, de que la independencia dejó, como el condenado a muerte, su frase en al pared: "Aquí estuvo la libertad, aferrada y límpia, y por un diminuto instante, hubo un ser humano." Seguida de la fecha de ejecución.

El señor Alexey Titarenko, sabe crear como nadie alegorías con imágenes, y sabe cómo se las gastan aquellos que no quieren más alegorías que las oficiales. Nació en una época y en un país, en el que la libertad no era ni siquiera una palabra, pero él se la encontró sin saber muy bien que era, a la edad de nueve años, cuando empezó a fotografiar Stalingrado. Siete años después, ya tenía los bolsillos llenos de alas y cielos abiertos, que sólo se atrevía a mirar de madrugada, bajo las sábanas de su cama, con la esperanza de que lo condenasen definitivamente a ser el hombre libre que sin duda es. Titarenko ama la libertad, por eso fotografía como nadie, la paupérrima vida de aquellos que no la poseen.

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